El mundo de Chirino

Publicado: 4 febrero, 2014 en Uncategorized
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Imagen El océano para Armando Chirino Martínez resulta otro mundo. Los atractivos que divisa en el fondo hacen que lo prefiera antes que pasear por tierra. Lleva casi 25 años como instructor de buceo en esta hermosa costa adonde llegó, desde La Habana, para quedarse.

En el recién remozado Centro Internacional de Buceo Punta Perdiz nos lo encontramos, y allí nos contó las increíbles maravillas que se esconden bajo las aguas.

Inició explicándonos que a diferencia de otros lugares, muy cercano a la orilla comienzan a verse corales y algunos peces. Y al avanzar un poco más se cae en un cortado de una belleza exquisita.

“Abajo se observan los colores morado, anaranjado, aunque predomina el amarillo a causa de las esponjas. Para poder distinguirlos mejor hay que encender una luz porque la claridad se pierde con rapidez. Si vas más profundo entonces salen ante ti las manchas rojas.  

“En dos metros cuadrados de un arrecife no te alcanza el tiempo para observar con detenimiento lo existente, te chupas la botella sin finalizar. Lo más llamativo es que atraviesas cada día la misma ruta y no siempre permanece igual”.

Chirino explica que encuentras cualquier cosa, incluso hasta una especie de gasolinera adaptada al mundo marino. “En unas rocas viven unos peces limpiadores encargados de cuidar el aspecto y la salud de los más grandes. Se estaciona el mayor al lado de la piedra y los demás higienizan: retiran parásitos, pedazos de carne de entre los dientes. Luego dan vueltas al pez como diciendo ¡ya terminamos! Allí nadie se come a nadie, pero tres metros más allá, los pequeños se convierten en comida. Me quedé asombrado”.

Una vida asociada al riesgo

Dice haber crecido muy cerca de las represas, como Niña Bonita en la capital. “Desde muchachón pescaba submarino debajo de las malanguetas. ¡Jugándome la vida! Era una cosa común para mí. Y después a los veintitantos se me dio la oportunidad de entrar a un Grupo de Rescate y Salvamento”.

Participó en varios siniestros entre ellos accidentes aéreos en el mar o hundimientos de barcos, sacaba a las personas del pánico o en el peor de los casos, los cadáveres. Pronto se convirtió en instructor de buceo, primero en Guanabo, Jibacoa, Trinidad, por último en Bahía de Cochinos donde piensa retirarse.

Pero el peligro continúa latente. “Para ser un instructor hay que estar bien preparado y no solo por fuera. El chequeo médico que se aplica cada año es el que dice la última palabra, pruebas psicométricas, de ergometría, respiración, entre otras. Porque se te puede dar el caso de un cliente profesional que desee bajar a profundidades mayores o de alguien que sea afectado por la borrachera de las profundidades y se te vaya dormido”.

Claro, asegura Chirino, que cuando se cumplen las distancias reglamentadas (entre 18 y 25 metros) y los tiempos de fondo, la actividad no reviste gran peligro. Aún así, los especialistas de la zona que poseen una gran experiencia pues fueron salvavidas, rescatistas o nadadores de combate, ejercitan sus capacidades.

“Yo he bajado hasta los 88 metros con otros instructores en una inmersión de práctica. Para mí estuvo muy bien, sientes una borrachera que requiere gran dominio porque ahí abajo uno no está muy claro.

“Es una labor muy riesgosa, en la que la mayoría no llega bien a la edad de retiro. Existen consecuencias como padecer problemas del corazón, el cerebro, la circulación, debido a la presión del agua y las mezclas de aire que se respiran. Todo va haciendo daño, sufres de reuma, de temblores en las manos. Yo aconsejaría a los jóvenes, claro que es buen trabajo, que piensen porque el riesgo no se percibe al principio, sino cuando llevas muchos años dentro.”

ImagenCon los clientes

No importa que la persona no haya descendido jamás, solo debe tener disposición.  El instructor les enseña la teoría y un poco de práctica en la orilla, después se sumergen lentamente. “Vamos cogiendo profundidad hasta que llegamos a un primer buceo de unos siete u ocho metros y con eso se sienten maravillados. Ese es el gancho para que digan: yo quiero hacerlo de nuevo.

“Algunos señalan: tengo pánico no sé nadar, y yo les afirmo: tú no sabes ahora pero cuando regresemos vas a venir solito. Me tiro y lo llevo de la mano, al apreciar que equilibra, entonces lo suelto. Luego se arrepienten de haberlo hecho por primera vez.

“Han venido personas que le faltan los brazos o las piernas y hasta ciegos. Recuerdo un ciego que llegaba y establecía sus reglas: cuando adviertas un pez grande me das un apretón de manos, un coral bello, me das dos. A cada apretón daba la señal de ok con la mano, sin ver nada. Disfrutaba con tan solo sentir la presión de la profundidad.

“Por supuesto, tendríamos más clientes si se nos permitieran las embarcaciones. Aquí los fondos son bonitos pero no contamos con peces grandes. Del lado de allá, en la punta hay tortugas, tiburones. Y no quieran conocer ustedes las playas vírgenes, la arena es un polvo, blanquita.

Eso sí Vale la Pena

En más de una ocasión Armando Chirino Martínez ha querido apartarse, sin embargo, una fuerza mayor que su voluntad se lo impide. Aquí permanece aunque poco le queda para la edad de retiro. “El Mar para mí es la vida, tal es así que yo siempre sostengo que prefiero un viaje en barco para los cayos que ir a Canadá. Salir a disfrutar del mar abierto es maravilloso.

“El profesor Calviño vino una vez al Hotel y le pregunté: ¿Calviño tú nunca has buceado?, y me respondió: Mira, tú ves, eso sí nunca lo he hecho, entonces le dije: Mira, tú ves, eso sí Vale la Pena.

comentarios
  1. magda dice:

    maravilloso mundo submarino que según la opinión de los que lo han explorado es algo incomparable

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